Gestionar la exigencia sobre la educación de tus hijos

enero 26, 2018

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Sara Navarrete

Gestionar la exigencia sobre la educación de tus hijos

A raíz de una paciente que tuvimos en nuestra clínica, me interesé sobre este tema, y he querido profundizar sobre esta temática, por que es curioso que nuestra cultura actual es considerada como laxa por muchos expertos, que apuntan que se está perdiendo la cultura del esfuerzo, que se debate constantemente nuestro modelo educativo y se tacha de demasiado flexible. También se cuestiona la calidad de la enseñanza y en general algunos apuntan que vivimos en una sociedad basada en la inmediatez, la falta de límites, y que cultiva poco la paciencia, el esfuerzo, la exigencia, etc.

Bueno, esto es lo que se piensa desde una cierta parte de la sociedad, sin embargo, muchos psicólogos y pedagogos apuntan que de puertas para adentro, muchas familias cultivan la exigencia hacia sus hijos, algo que si se convierte en exceso, sobre todo en el ámbito académico de los padres hacia los hijos, puede estar detrás de muchas de las visitas a nuestras consultas de psicología. El nivel de exigencia de los padres hacia los hijos es algo que forma parte de nuestra sociedad y que en un momento dado de nuestras vidas necesita una reflexión, y pararnos a pensar si lo estamos haciendo bien, o estamos exigiendo demasiado a nuestros hijos.

¿Cómo son los padres demasiado exigentes?

Los padres demasiado exigentes presionan a sus hijos para que constantemente estén esforzándose en busca de un objetivo impuesto. También se identifican por estar constantemente diciendo a los hijos lo que hay que hacer y lo que no hay que hacer. Corrigen errores de los hijos incidiendo en los aspectos negativos, y si felicitan por los logros hechos por los hijos, les recuerdan que tienen que mejorar y seguir trabajando. Los niños, cuando son pequeños pueden ser muy obedientes para complacer a sus padres, pero pueden derivar en personalidades con poco criterio y poca autonomía porque están acostumbrados a que alguien les diga lo que tienen que hacer en cada momento.

También es cierto que en personalidades fuertes y con buen rendimiento, los niños pueden llegar a desarrollar una faceta perfeccionista que les ayude a alcanzar metas elevadas, pero siempre hay que ser consciente de la voluntad del niño, de su capacidad y motivación.

Me he dado cuenta que en gran parte de los casos, cuando se exige demasiado a nuestros hijos, a medida que se hacen mayores, pueden aparecer en ellos la frustración, la rebeldía, la inseguridad, la dependencia, la ansiedad, poca emotividad, etc. Son muchos los factores que influyen en toda esta serie de aspectos, por ello, hay que reflexionar profundamente sobre nuestra labor como progenitores y quizás no cometer los errores que nuestros padres han cometido con nosotros. En una gran proporción, los padres excesivamente exigentes con sus hijos, también lo vivieron en su infancia de manos de sus progenitores.

Aprender a ser unos padres democráticos, que incluyen también la exigencia, pero siempre desde el respeto, la comunicación y el consenso, es el objetivo que tenemos que marcarnos, si creemos que estamos incurriendo en una excesiva exigencia.

¿Cuales son las consecuencias negativas de exigir demasiado a nuestros hijos?

Bajo mi experiencia, os aconsejo que siempre hay que tener en cuenta las posibilidades del niño, ya que si no, en primer lugar, intentará complacer a sus padres, si no lo consigue, se frustrará por no poder, y sentirá incapacidad, inseguridad, y por consiguiente, sentirá la idea de disgustar a sus padres.

Si se destacan los aspectos negativos constantemente con idea de que el niño no se relaje y continue trabajando, el niño tendrá la sensación de que haga lo que haga, nunca es suficiente, y que siempre falla a sus padres, los cuales nunca estarán orgullosos de él. El niño puede llegar a sentirse inútil, sin ganas, sin motivación. Puede llegar a peder emotividad, y voluntad, no saber automotivarse, ni ser activo, en definitiva, puede tener problemas en su desarrollo emocional y vital.

En nuestra consulta, tratamos varios casos de este tipo, al mismo tiempo con los niños y con las familias, y los resultados son muy beneficiosos tanto para la dinámica de familia como para el niño en sí.

Algunos de los aspectos que tratamos en este tipo de casos, tanto en niños como adolescentes son:

-La frustración

-Falta de improvisación

-La excesiva dependencia hacia los padres

-La ansiedad

-La falta de rendimiento escolar

-La inseguridad

-Ataques de ira

¿Cómo ser exigentes sin causar daños?

Puede parecer difícil, pero yo os aconsejo que reflexionéis y que para ser unos buenos padres, tenemos que hacer el esfuerzo de educar con libertad y dando reconocimiento a las cosas positivas de nuestros hijos, intentando no ser siempre una voz estricta y ordenante.

Podemos exigir a nuestro hijos, mostrarnos firmes, tener reglas y castigar si es necesario, ejercer la autoridad siempre con sentido común, promoviendo la comunicación, reconociendo las virtudes, y valorando las capacidades, motivaciones, aptitudes, intereses de nuestros hijos, etc.

De manera esquemática os planteo varios puntos a tener en cuenta como padres:

Comunicación

-Tener en cuenta las capacidades, los gustos y motivaciones de los niños

-No imponer constantemente

-Compartir cosas en familia y pasarlo bien

-Escuchar y entender a nuestros hijos

-Dar afecto

-Dar autonomía

Desde mi punto de vista, la educación debe basarse en el autodescubrimiento, en dar las herramientas a nuestros hijos para que aprendan a vivir, a encontrar su camino, y no sólo pensar en la perfección. La perfección ha de estar allí guiando nuestro camino, pero no como una meta, pues vetará la capacidad de ser felices en el camino.

Sara Navarrete

Psicóloga

Algunas fuentes consultadas:

http://www.lavanguardia.com/estilos-de-vida/20111202/54239517855/que-pasa-si-los-padres-exigen-demasiado.html

https://lamenteesmaravillosa.com/hijos-perfectos-ninos-tristes-la-presion-de-la-exigencia/

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Daño cerebral en niños

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Sara Navarrete, como Neuropsicóloga, nos comenta en qué consiste esta enfermedad, cómo deben enfrentarse los familiares y el tipo de tratamiento que se aplica en la Consulta de Psicología Clínica.

 

Hoy quiero hablaros de un tema que yo como Neuropsicóloga Clínica, trato habitualmente.

El DCAI (Daño cerebral adquirido infantil) es el daño que se produce en el cerebro del niño a causa de traumatismos craneoencefálicos, accidentes cerebro-vasculares, tumores, infecciones cerebrales, entre otros. El DCAI provoca un menoscabo de la salud y calidad de vida del niño.

El cerebro, al ser una parte tan importante de nuestro, ya que es un órgano de control de todas las funciones vitales, hace que las lesiones que se produzcan dentro de él, puedan afectar a cualquier función del propio organismo. Hablamos entonces de secuelas que se consideran físicas, psíquicas o sensoriales.

El cerebro durante la infancia está constantemente en desarrollo y tiene que pasar por varias etapas evolutivas. Es por ello que a medida que se va desarrollando el cerebro y madurando las distintas áreas cerebrales, en el caso de las lesiones cerebrales en niños, se van viendo las secuelas que afectan a cada una de las áreas. Y es entonces cuando el diagnóstico ha de ser muy completo para poder tratar cada una de las carencias producidas por la lesión y así, aplicar un buen tratamiento y recuperar la máxima capacidad funcional, ya sea a nivel físico, cognitivo o sensorial-conductual.

Es un tratamiento que se prolonga en el tiempo, ya que hay que acompañar al niño durante todas esas etapas evolutivas y tratar los problemas que van surgiendo.

La atención que se le brinda al menor es siempre multidisciplinar, desde la neurología, la rehabilitación, desde profesionales de trabajo social, y desde la psicología, más concretamente desde el campo de la neuropsicología, que tratamos en nuestra clínica.

Por mi experiencia, he de deciros que para los padres también es muy importante la asistencia psicológica para poder afrontar con fuerza y positivismo la evolución y desarrollo de sus hijos, por ello, la asistencia psicológica para toda la familia, en esta enfermedad es crucial.

Como os comentaba antes, el diagnóstico continuado en todas las etapas de la evolución del niño es fundamental para poder trabajar sobre los aspectos a mejorar. Aunque puede parece extenuante enfrentarse continuamente a los profesionales de varios ámbitos, es una tarea necesaria y que la familia ha de asumir y llevar a cabo meticulosamente por el bien del niño.

Desde el área de la neuropsicología, que es nuestro caso, trabajamos con los niños en el nivel cognitivo y conductual-sensorial.

 

¿A qué me refiero exactamente?

Qué hacer cuando se tiene un familiar con Alzheimer Cómo detectarlo, cómo actuar

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Hoy quiero hablaros de una de las enfermedades, que por desgracia, muchas de nuestras familias padecemos o hemos padecido. El Alzheimer es una enfermedad de carácter cerebral y es la causa principal de la demencia, pero no la única. Es una enfermedad que afecta a la memoria, la manera de comportarse, la forma de pensar y el carácter de la persona que la padece. Es una enfermedad degenerativa cerebral que hace que se pierdan neuronas y se creen lesiones cerebrales.

El Alzheimer empeora a medida que pasa el tiempo, los síntomas se van haciendo cada vez más acusados, por ejemplo, confusión, desorientación, pérdida de memoria, falta de reconocimiento de familiares, problemas en el habla y la escritura, incapacidad para hacer las actividades diarias, dependencia, etc.
Además de estos síntomas que tienen que ver con la pérdida de capacidad funcional e intelectual, a medida que avanza la enfermedad, aparecen en el paciente síntomas psicológicos y de conducta como por ejemplo, depresión, ansiedad, agresividad, gritos, alucinaciones, delirios. Es una de la enfermedades más duras para los pacientes y para los familiares y cuidadores.

Como profesional de la psicología, os tengo que decir que los familiares y cuidadores de enfermos de Alzheimer son uno de los colectivos que más sufrimiento padecen y más ayuda psicológica necesitan. Por ello, es de vital importancia detectar la enfermedad y aplicar todos los protocolos que tenemos a nuestro alcance para poder sobrellevar la situación lo mejor posible, tanto para el enfermo com para el entorno. Es muy importante estar bien preparado psicológicamente para afrontar que nuestro familiar padece esta enfermedad degenerativa y que vamos a tener que acompañarlo en todo su recorrido de la mejor manera que nos sea posible.

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Cómo detectarlo, qué características tiene, y qué hacer como padres.

Hoy quiero hablaros de un trastorno que hasta hace poco no le poníamos nombre y que afortunadamente, en nuestros días, somos capaces de diagnosticar y tratar.
¿Tu hijo se distrae con facilidad? ¿Le cuesta mucho atender a lo que le dices? ¿No te hace caso y te cuesta mucho controlarlo?
Es cierto que todos estos síntomas se dan de forma natural en los niños, es normal que se distraigan con una mosca, que no nos atiendan como a nosotros nos gustaría y que a veces no nos obedezcan e incluso no seamos capaces de controlarlos de forma adecuada

Si esto ocurre a veces, y otras veces todo lo contrario, y si en el colegio tiene un comportamiento normal, aprende y no resulta conflictivo con sus compañeros, entonces no estamos ante un caso de TDAH. Sin embargo, si los síntomas que te comento son a diario, ves que al niño le cuesta hacer los deberes, o estarse quieto mientras le explicas algo, un mal comportamiento en el colegio, unas notas bajas, falta de motivación, etc., y esto ocurre todos los días,  quizás sí que debas plantearte acudir a un profesional para hacerle un diagnóstico.
En nuestra clínica trabajamos con niños y adolescentes de una manera agradable para ellos, cogen confianza y es más fácil trabajar y avanzar en este tipo de trastornos.

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