Este es uno de los temas más difíciles a los que se puede enfrentar una pareja, y en concreto, para la persona que toma la decisión, es una situación muy estresante y angustiosa. Siempre recomiendo a mis pacientes que ante la duda, intenten dialogar con sus parejas, hablar de sus sentimientos e intentar encauzar la relación, pero sin embargo, si la persona ha meditado mucho, lo tiene muy claro y quiere finalizar la relación, por honestidad, por salud y por buena voluntad, hay que hacerlo cuanto antes.
Ahora bien, no todo vale, hay que hacerlo bien y dedicarle el tiempo y el esfuerzo que la relación y la otra persona se merecen.
Si tienes claro que no quieres continuar la relación porque te has desenamorado, porque no sientes lo mismo que antes, quizás porque ves que la relación no tiene futuro, porque quizás vivís en lugares distintos y no podéis cambiar, porque no compartís los mismos planes de futuro, o incluso quizás has conocido a alguien con quien te estás ilusionando y puede ir más allá de una amistad, etc. Si por alguna de estas cuestiones o las que sean, estás completamente segur@ que no quieres continuar la relación, lo mejor es que reflexiones y dediques un tiempo para apuntar tus reflexiones, sobre todo, los aspectos positivos que han surgido de la relación, los aspectos positivos de la otra persona, y los aspectos positivos de un nuevo futuro. Esto te ayudará a encaminar la difícil conversación que tienes que afrontar para romper con tu pareja. Si quieres causarle el menor daño posible, siempre tenemos que acometer este tipo de situaciones desde el positivismo.
El cuaderno de notas
Intenta anotar en tu cuaderno todo lo positivo que te ha dado la relación, y dejar a un lado los reproches. No intentes justificar tu ruptura por los errores de la otra persona. En este momento tan delicado, no sirven de nada, incluso son contraproducentes porque pueden desencadenar la ira. Anota tus sentimientos, habla de lo que te ocurre a ti, para que la otra persona te pueda entender pero sin echar las culpas, sino de cómo han ido cambiando los sentimientos, o si tienes angustia, o si ya no te apetece hacer determinadas cosas, y sin embargo te apetece hacer otras, etc.
La sombra de la monotonía es algo que siempre preocupa a las parejas que ya llevan unos años y que tienen unas rutinas y un día a día marcado por lo establecido. Como psicóloga, os digo que es algo completamente normal que preocupe y que incluso se instale en la vida de una pareja. Es normal porque a medida que vamos madurando y formando una familia, las obligaciones laborales y familiares nos abocan a dar más prioridad al resto de cosas y nos acomodamos pensando que la pareja siempre va a estar fuerte, unida y estable sin dedicarle tiempo y esfuerzo. Y claro, es no es cierto. Tenemos que dedicarle tiempo y esfuerzo, no sólo por la idea de pareja, si no porque al final, de lo que se trata es de prestarse atención a uno mismo y a la otra persona, con la que compartes tu vida, y mostrarle que la quieres.
A medida que nos vamos conociendo, también conocemos los silencios, y creemos conocer los pensamientos del otro, su carácter, en definitiva, vemos a la persona predecible porque en nuestra mente creamos un patrón de comportamiento de ella. Sin embargo, tenemos que entender que somos personas que maduran, cambian, evolucionan, al igual que nuestro entorno y sociedad, por lo que a veces, aunque pensemos que estamos viviendo en el día de la marmota, no es así, es todo lo contrario, estamos en constante evolución. Hay personas a las que por su carácter, su inmovilismo, su actitud ante la vida, les dan miedo los cambios y se aferran a su rutina, obviando las pequeñas diferencias diarias, quedando anclados en su pasado. Sólo tenemos que salir al exterior, movernos, hacer actividades, buscar retos, etc., para que nosotros mismos no nos convirtamos en algo estanco y por tanto lo extrapolemos también a nuestra vida de pareja.
Seré clara y directa: La respuesta está en tu interior…
Por poder, por supuesto que se puede perdonar, si verdaderamente es lo que quieres. No obstante, te voy a exponer una serie de cuestiones, para que medites y tomes la decisión correcta, y sobre todo, que afrontes y asumas tu decisión.
Es uno de los temas más complicados a los que me enfrento en mi consulta. Es un tema muy doloroso, muy controvertido, y que requiere mucha fortaleza y entereza.
Ya no es sólo decidir qué hacer sino cómo hacerlo. En muchas ocasiones las parejas han decidido darse otra oportunidad pero no saben cómo hacerlo o han llegado a un punto que no saben cómo encaminar la relación y es cuando mi tarea es crucial.
También se tiene que diferenciar entre infidelidades e infidelidades, hay muchas circunstancias que hacen que una no sea igual a otra, y esas circunstancias influyen notablemente en la decisión y la evolución de la pareja.
Hay personas que aunque se lo propongan, no son capaces de perdonar, por cuestiones culturales y sociales, es como si se enfrentaran a Goliart y no son capaces de afrontarlo. Cada uno somos un mundo. Así que hay que marcar claramente las estrategias, los límites, y el camino en definitiva, para poder no sólo tomar la decisión de perdonar, sino también poder llevarla a cabo.
¿Y olvidar? Olvidar es muy difícil, por no decir imposible, pero lo que consigue el perdón y la superación es que el recuerdo no sea doloroso. Recordaremos desde la distancia, y si lo hemos superado, ya no nos dará un vuelco el corazón al pensarlo, al contrario, quizás podremos recordarlo como el inicio de una nueva etapa sin la cual, la relación quizás habría naufragado.
Cuando uno de mis pacientes ha acudido a mi consulta en esta situación ha sido muy duro para él/ella superar definitivamente la ruptura. Normalmente, la persona que toma la iniciativa de la ruptura en estos casos, es el otro miembro de la pareja. En algunos de los casos que he tratado, la decisión además se toma deliberadamente por parte de la otra persona, es decir, lo tenía pensado desde hace mucho tiempo y en un momento dado, da el paso para hacerla realidad. Es una de las situaciones más dolorosas para el miembro de la pareja que no espera para nada el planteamiento de la ruptura.
Hay parejas que son muy distintas entre sí, tienen gustos distintos, orígenes distintos, pero comparten su esencia, la manera de ver la vida, de crear un proyecto en común, a veces es incluso difícil de comprender porque escapa al análisis, o a la conceptualización, pero es un motor que mueve la relación y está por encima de todo lo demás. Una relación funciona o no funciona. Pasado el tiempo, aparecen otros aspectos muy importantes a la hora de que una relación sea estable como son la comunicación y la confianza. No me cansaré de repetirlo, sin comunicación, no hay relación, es de suma importancia y en muchos casos, es por dónde comienza a aparecer la pequeña grieta que finalmente se convierte en brecha irreparable por dónde se rompe la relación.
¿Se puede seguir amando a una persona que no te quiere?
Es complicado de responder, muchas veces, ya no sólo cuenta el amor, sino que aparecen otras cuestiones como la dependencia a la otra persona, la rutina, el miedo al cambio, la ruptura de ideales, los hijos, etc.
Es curioso cómo en ocasiones se repiten los patrones de comportamiento en parejas que trato en mi consulta. Esto no quiere decir que nos comportemos igual unos y los otros, por supuesto que cada persona y cada pareja tiene dinámicas distintas, pero en este caso, sí que normalmente observo muchos paralelismos entre parejas que se enfrentan a esta problemática.
Normalmente lo que ocurre es que hay un miembro de la pareja, ya sea hombre o mujer que es poco expresivo mostrando sus sentimientos, y el otro miembro de la pareja es más cariñoso y efusivo. La problemática aparece cuándo la persona que es más efusiva considera que la otra persona es demasiado fría y quiere que la otra persona exteriorice y demuestre más sus sentimientos.
Ya no es una cuestión sólo de la persona que es menos expresiva, sino también de la persona más cariñosa y de su nivel de exigencia, comprensión y necesidades. Una pareja es una cuestión de dos, y va a depender de la compatibilidad, comprensión y voluntad de las dos personas. Muchas veces se cae en el error de cargar con la culpa a la persona inexpresiva y agravar todavía más el problema, cuando hay que analizar detenidamente las necesidades de cada uno e intentar hacer un esfuerzo por las dos partes.
Estamos en la vuelta de las vacaciones, de un verano, que seguro que hemos aprovechado a tope en la medida de lo posible, según el trabajo y las obligaciones nos hayan permitido.
El verano es una época en la que nos sentimos más relajados de lo normal, más predispuestos a nuevas experiencias, es un período muy propicio para las relaciones sentimentales, ya sean esporádicas o aquellas que supongan el comienzo de una pareja nueva. Es cierto que muchas de ellas, se quedan en “amor de verano” porque se dan en circunstancias muy concretas que son difíciles de repetir a lo largo del año, y que impiden que las relaciones proliferen más allá de la época estival.
Durante el verano, muchas personas viajan a conocer otros lugares, y por consiguiente otras personas. Algunos viajan realmente lejos, y otros lo hacen a nivel nacional, hacia las zonas turísticas, destinos de playa, etc. Cuando pasadas las vacaciones, volvemos a nuestro lugar de origen, es cuando tendremos que reflexionar y valorar el peso de la relación.
También se dan otras circunstancias por las cuales las parejas se ven abocadas a una relación a distancia, y esto ocurre fundamentalmente por una cuestión económica y profesional. Actualmente en nuestro país, tenemos una situación económica y laboral delicada con pocas oportunidades de trabajo dependiendo del sector, lo que hace que muchas parejas estén separadas porque uno trabaja aquí y el otro trabaja allá, siendo difícil cambiar de ciudad manteniendo el mismo tipo de trabajo. Esto hace que muchas parejas lleven separadas muchos años, sin tener muchas posibilidades de cambio, a no ser que se planteen un cambio en su situación laboral.
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