Hoy en día las disfunciones sexuales son un problema del que poco se habla, ni con amigos ni con la pareja; y en muchas ocasiones ni con uno mismo. Muchas veces esto puede ocurrir por vergüenza y el llevarlo por dentro hace que a nivel psicológico se sufra; por lo que sería recomendable pedir ayuda profesional. Concretamente, en los hombres, manifestar disfunciones sexuales y no funcionar en la cama les puede hacer sentirse inútiles y/o “poco hombres”; ya que un gran porcentaje de la autoestima depende en muchas ocasiones del placer que puedan dar a su pareja. Entre todas las disfunciones sexuales masculinas la que mayor prevalencia tiene en la población española es la disfunción eréctil. Si sufres de ella, no te preocupes, es un problema más común de lo que parece y tiene solución.
¿Cuál es la causa de este problema?
En la mayoría de los casos el origen de una disfunción eréctil se debe a una mala experiencia. Esta primera impotencia puede ser debida por múltiples causas, desde haberlo intentado en un momento de cansancio o ansiedad hasta haberse dado en un momento de ebriedad. Algo que hay que entender es que no somos máquinas, al igual que nuestro cuerpo, que tiene fluctuaciones y no tiene un “click” de encendido y apagado. La sexualidad es algo muy amplio y no debiera de ser un tema tabú. Al no tener esta visión, a partir de la mala experiencia se puede crear un estado ansioso que afecta directamente a la autoestima y genera dificultades para volver a disfrutar plenamente del sexo.
Activo o contemplativo es más que un tándem de la psicología, son opuestos y complementarios al mismo tiempo. Es algo que como psicóloga, puedo detectar fácilmente, y es muy interesante ver cómo cada uno de nosotros tendemos hacia un lado u otro en el modo de entender la vida.
Me gustaría comentaros las diferencias entre una forma de ser y otra, para que reflexionéis y podáis identificaros con uno u otro modo de ser.
Por ejemplo, según mi experiencia os diré que una persona activa entiende la existencia como una actividad constante. No sabe estar quieta. Actúa siempre de manera que le permita sentir que está viva, que existe, porque eso es lo que le da sentido a su vida. Suelen ser personas que creen ciegamente que los proyectos en la vida son esenciales y que hay que luchar por llevarlos a cabo. Ademas, una persona activa disfruta mucho siendoeficaz y le gusta realizar las cosas por si misma. También puede desarrollar aspectos negativos frutos de la necesidad de estar siempre activa, y esos aspectos pueden ser la frustración, la ansiedad, el estrés, etc. Son algunos de las cuestiones que a veces veo que afectan a mis pacientes por tener mucha energía y vitalidad, y que pueden ponerse en su contra en momentos determinados de su vida, si se ven sometidos a mucha presión, a estrés o a situaciones de desestabilidad emocional.
Por otro lado, os voy a comentar cómo es una persona contemplativa. Suelen ser personas que les gusta mirar a su alrededor y observar mucho. Puede que sea una persona tranquila y a veces puede ser pasiva. En nuestra sociedad, en la que todo es veloz y acelerado parece que esté mal visto ser pausado y pasivo. No tiene porqué, es una opción igual de válida que ser todo lo contrario. Normalmente las personas contemplativas reflexionan mucho acerca de todas las cosas, sobre grandes ideas, sobre la belleza, sobre el absurdo de la existencia, sobre la relatividad de las cosas, son conscientes del presente, por ejemplo. Los filósofos y filósofas, los pensadores, y pensadoras, los escritores y escritoras, muchos científicas y científicos, etc.., sacerdotes, monjas, y personas dedicadas al recogimiento y la reflexión, podrían ser grandes ejemplos de personas contemplativas, que dedican su vida al pensamiento, a la ciencia, al conocimiento, a la investigación, etc. No tiene porque ser al contrario, desde luego hay muchas de estas personas que se dedican a estas profesiones que son muy activas, pero os hablo de generalidades de las personalidades activas y contemplativas.
– Casi el 60% de los españoles se muestran reacios a ir al psicólogo. No obstante, se aprecia un cambio de tendencia, especialmente entre los más jóvenes.
El lunes 21 de enero se celebra el conocido Blue Monday; una jornada con raíces publicitarias que trata de conmemorar “el día más triste del año” y que se encuentra directamente relacionada con la búsqueda de viajes para “escapar de la realidad”. Sin embargo, la tristeza es un sentimiento que va más allá de este famoso lunes y que deberíamos tomar en serio.
Sí, porque, según el último informe realizado por el comparador de seguros de salud Acierto.com, se estima que hasta 300 millones de personas en el mundo sufren depresión y que esta se ha disparado en España hasta un 19% en el último año. Por desgracia, hasta 6 de cada 10 españoles no se han planteado nunca ir al psicólogo.
Los propósitos del Año Nuevo ya incumplidos, la cuesta de enero, las recién terminadas vacaciones, el frío y la reducción de las horas de sol propias de esta época del año no ayudan. Entre los síntomas más frecuentes encontramos la ansiedad, el pesimismo y la irritabilidad; así como la falta de energía, el insomnio o la falta de apetito y concentración. Los jóvenes, más concienciados Por fortuna, las nuevas generaciones se muestran más receptivas a la hora de acudir al psicólogo. Es decir, ya no asocian el hecho de acudir a la consulta con ningún tipo de locura, sino más bien con el padecimiento de una enfermedad que tiene cura y para la que se requiere la ayuda de otro tipo de especialista. En cualquier caso, las mujeres son más propensas a decir libremente que van a terapia.
Se trata de un reconocimiento importantísimo y que resulta fundamental en una normalización. Además, los problemas psicológicos no solo afectan al paciente en sí mismo, sino a su entorno y a su morbimortalidad como ciudadano.
En alguno de los últimos artículos vengo hablándoos de cómo conseguir nuestros objetivos, del esfuerzo, del hábito y de otros conceptos que a modo de consejos nos pueden ayudar a alcanzar nuestras metas. Hoy os quiero hablar concretamente del plano profesional porque a muchos de vosotros os interesa saber cómo progresar profesionalmente. Una de las cuestiones que preocupan a muchos de mis pacientes es el hecho de la realización en su trabajo, en definitiva, el sentirse útil profesionalmente, realizado, y motivado. Muchas personas sufren en el plano laboral porque no encuentran su lugar, o realizan tareas que no disfrutan, de manera que no llegan a alcanzar un estado de bienestar profesional.
La sociedad no nos termina de transmitir la idea de esfuerzo, de dedicación que todo trabajo necesita, sino todo lo contrario. Me refiero a que realmente vivimos en una sociedad en la que muchas cosas las vivimos de manera muy fugaz, muy superficial, en la que en muchas ocasiones vemos el éxito de las personas que tenemos alrededor pero nos cuesta mucho ver el esfuerzo que hay detrás, de hecho, en la mayoría de los casos, no vemos ese esfuerzo que todo éxito conlleva porque nos quedamos sólo con lo bonito, con lo envidiable, pero todo el trabajo y dedicación tendemos a obviarlo porque supone para nosotros una realidad que no queremos afrontar.
A pesar de que tenemos una idea muy positiva de la Navidad a priori, es cierto que es una época en la que pueden aflorar trastornos y problemas psicológicos que estaban latentes o que de manera abrupta se manifiestan.
Bajo mi punto de vista, como profesional de la psicología, a estos problemas o trastornos muchas veces no se les da la importancia que tienen que tener, y sí que he observado en mi consulta, que en ocasiones estos problemas afloran en épocas como ésta, y que se van arrastrando durante mucho tiempo, lo que hace que cuando la persona finalmente decide acudir a una ayuda profesional, lleva mucho tiempo sufriendo, y requiere de mayor esfuerzo por su parte para superar alguno de estos baches.
¿Por qué la Navidad puede suponer un peligro en cuanto a estabilidad emocional?
Yo opino que hay muchos factores que intervienen a la hora de plantearnos esta pregunta, aparte de las circunstancias personales de cada uno de nosotros, hay una sensibilidad especial durante estas fechas que puede hacer sentirnos más vulnerables que en otros momentos del año.
Algo que es evidente es que ante los cambios en nuestra rutina, nos exponemos también a cambios psicológicos y más si nos exponemos a situaciones de estrés como puede ser la época navideña.
En nuestra sociedad, estamos acostumbrados a celebrar y entender la Navidad desde el punto de vista de la infancia. Es uno de los que más potenciamos durante estas fechas, ya que la navidad se ve como algo maravilloso, lleno de paz, de amor, de bondad, de alegría, de diversión, de vacaciones, de reencuentros, de familia, y un largo etcétera todo lleno de buenos propósitos y felicidad. Y extrapolar todos estos ideales a las personas adultas, muchas veces, nos pueden crear contradicciones.
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