Les cuesta mostrar sus sentimientos, nunca piden ayuda y dan una imagen de fortaleza y seguridad en el entorno profesional, pero son dubitativos y manipulables en el terreno afectivo
Su vida puede estar desmoronándose pero ellos son capaces de hacer chistes. Y eso, en contra de lo que pudiera parecer, es un signo más claro de vulnerabilidad que de fortaleza pues muchas de las personas que «van de fuertes por la vida» (sin serlo) evitan mostrar preocupación o hacer referencia a lo que están sintiendo. Su frase favorita es «todo va bien» y les cuesta conectar con las emociones que suelen tener «mala prensa» como el miedo, la tristeza o la desesperanza. De hecho, tal como explica Verónica Rodríguez-Orellana, psicoterapeuta y directora de Coaching Club, lo habitual es que pongan mucha energía en ocultar sus dificultades y que les cueste mucho compartir una conversación con un cierto
grado de profundidad. Otro de los rasgos identificativos de las personas que hacen gala de una «falsa autoestima» es, según revela la experta, una disociación entre su vida privada y su vida profesional. Así, algunos de ellos pueden parecer muy «duros» y asertivos en el trabajo asumiendo incluso una gran responsabilidad, mientras que en su entorno privado son víctimas de las imposiciones de sus hijos, de su pareja o del resto de su familia. Esa aparente seguridad en el entorno laboral parece desmontarse en el plano afectivo o en el día a día pues la psicoterapeuta indica que este tipo de personas suele tener también dificultad para tomar decisiones aparentemente sencillas sobre cuestiones básicas y cotidianas. Cabría decir, por tanto, que en los aspectos más mundanos manifiestan una duda constante y se auto-cuestionan con asiduidad.
Consecuencias de esa «falsa autoestima»
Aunque estas personas se sientan desbordadas nunca pedirán ayuda pues les cuesta mucho reconocer que la necesitan y eso es algo que, según revela Rodríguez-Orellana, puede llegar a pasarles factura en algún momento tanto a ellos como a su entorno si se manifiesta en forma de «reclamos». Lo habitual es que, como describe la experta, la persona que convive con otra que «va de fuerte» se sienta excluido o incluso impotente a la hora de intentar ayudar, colaborar o solidarizarse con las necesidades del otro.
¿Cuándo se construye la autoestima?
Construimos la autoestima desde la más tierna infancia con el apoyo de la «familia primaria» y del entorno sociocultural. Así, las personas que gozan de una buena autoestima se caracterizan por tener plena consciencia de lo que se les da bien, pero también de sus dificultades, lo que además les infunde un cierto valor y capacidad de superación. «Son individuos que se sienten a gusto consigo mismos y pueden expresar su opinión sin sentir vergüenza pues no temen identificar emociones y expresárselas a los demás», precisa la psicoterapeuta. En el otro lado de la balanza estarían aquellas personas que no vivieron un vínculo de calidad con las personas más significativas de su entorno que, en general, suelen ser los padres y los profesores. Así, la experta explica que lo habitual en ellas es que durante la infancia no hayan tenido la posibilidad de experimentar sus dificultades con libertad o que los adultos de su entorno no hayan legitimado los aspectos más vulnerables que todos poseemos.
Lo que refuerza la autoestima
Alimentar ese diálogo interior que nos lleva a autoexigirnos por encima de nuestras posibilidades reales, a victimizarnos en silencio, a invalidarnos, a descalificar nuestras opiniones o a compararnos con los demás puede llegar a destruir nuestra autoestima. Por eso, para potenciar ese valor la experta recomienda actuar sobre ese diálogo interior negativo neutralizándolo con acciones como valorar las habilidades, reconocer que los errores son un aprendizaje, fijarse metas a la altura de nuestras capacidades, aceptarnos y perdonarnos si fallamos. Por su parte, Anna Jordà, psicóloga de mediQuo, propone «olvidarse de tener el control absoluto y de llenarse la boca de objetivos vacíos entendiendo que hay muchas cosas que se escapan de nuestro control, pues no siempre se puede ser responsable de todo lo que nos pasa». En cuanto a nuestra relación con los demás, Jordà explica que es importante estar rodeado de nuestros seres queridos para pedirles ayuda y contrastar con ellos nuestras propias emociones y opiniones. Para conseguirlo, la psicóloga de mediQuo explica que hay que intentar trascender la superficialidad en el contacto con los demás, la dependencia del amor externo y la predisposición al pensamiento racional. Además invita a perder el miedo a entregarse emocionalmente avanzar en el crecimiento personal pues, tal como explica, cuando uno se muestra con sinceridad, expresa lo que le afecta y le salen las cosas del corazón, se crean relaciones que importan. «Por eso es conveniente compartir los sentimientos», revela.
La técnica «8-8-8» para aumentar la autoestima
Algo tan sencillo como dedicar 8 horas al día a dormir, 8 horas a trabajar y 8 horas al ocio puede llegar a cambiar una vida. Al menos eso es lo que defiende la psicóloga Sara Navarrete en su libro «Aumenta tu autoestima. Las 10 claves que necesitas para cambiar tu vida». La autora, que además dirige el Centro de Psicología Clínica y de Salud en Valencia, está convencida de que una de las claves para lograr metas es descansar bien. La técnica 8-8-8, por tanto, se basa en destinar 8 horas al trabajo y eso, según explica, requiere estar centrado en el momento de máxima energía (o jornada laboral), pero también afirma que es importante aprender a desconectar al terminar cada día. Solo así se abordarán las 8 horas restantes desde la «perspectiva del gozo» porque, tal como revela la experta, es esencial disfrutar con cada cosa que hagamos, tanto si son tareas domésticas como si leemos un libro. Fuente: El Matinal
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