Últimamente vengo escuchando este término que se utiliza con mayor asiduidad en los medios de comunicación y en las conversaciones de nuestras casas y reuniones. Parece que se ha puesto de moda, utilizar el término “tóxico” y derivados, para denominar a ciertas personas y relaciones, que tienen una influencia negativa sobre nosotros, nuestros hijos, nuestros amigos, etc. Se escucha mucho referido a relaciones de pareja como “relación tóxica” cuando uno de los miembros influye negativamente sobre el otro. También se aplica a la persona en sí, como “ persona tóxica” o “gente tóxica”. Son términos que se utilizan mucho actualmente entre los jóvenes, se han puesto de moda y forman parte del vocabulario de la actualidad.
También me he dado cuenta que siempre se utiliza en tercera persona, hablando de los demás, y con la intención de alejarse lo máximo posible de una persona tóxica, como si tuviera la lepra. Como incluso si no tuvieran derecho a pertenecer a nuestra sociedad. Hoy yo quiero hablaros desde otro punto de vista, y aunque sí que es cierto que hay que ser consciente cuando estamos ante una persona de este tipo, también tenemos que darle una oportunidad de cambio, y tengo que tratar este artículo desde el enfoque de la persona tóxica, para darle la oportunidad de cambiar.
¿Qué es la gente tóxica en realidad? ¿A qué nos estamos refiriendo cuando hablamos de persona tóxica?
En primer lugar, hay algo que comparten todas las personas tóxicas, y es que aunque de manera inconsciente en la mayoría de los casos, disfrutan sembrando negatividad a su paso. Utilizan su poder para menospreciar a sus víctimas, y así aliviar sus frustraciones o infelicidad vital.
Esto ocurre en el caso de relaciones de padres a hijos, en la caso de parejas, en relaciones de amigos, en el caso de relaciones laborales, en los deportes, etc., en fin en cualquiera de las facetas de nuestra vida, podemos encontrarnos con una persona tóxica.
Hace unos meses escribí un artículo sobre cómo superar una ruptura de pareja, dándoos varias pautas para poner en práctica el tránsito y la superación de una ruptura de pareja. Ciertamente, después de una ruptura de pareja, debemos darnos un tiempo prudencial para poder superarla completamente, y poder pasar página.
Básicamente, después de una ruptura de pareja, se recomienda hacer hincapié en los aspectos positivos que la nueva etapa nos va a brindar y asumir que la ruptura ha sido por nuestro bien, ya que si algo no funciona, es mejor no seguir con ello. Es muy fácil decirlo, ya lo sé, pero tenemos que decírnoslo desde la razón, para poder consolar nuestros sentimientos y que poco a poco nos movamos hacia otros objetivos y horizontes.
Hoy quiero profundizar un poco más en la temática para poder ayudarte en caso de que estés pasando por esta situación. En primer lugar, vamos a estudiar los tipos de crisis que se dan en la pareja y que desembocan en una ruptura de pareja, dejando a un lado los casos extremos como los que provienen de violencia de género, etc. Hablamos de los casos más comunes dentro de nuestra sociedad. Algunos expertos clasifican las crisis de pareja principalmente en dos grandes grupos: las crisis evolutivas y las crisis estructurales.
En algún momento de nuestra vida en pareja, seguro que nos hemos hecho la pregunta “¿Estoy con la pareja adecuada”?, incluso puede ocurrirte ahora mismo, y te cuestionas tu relación actual, porque tienes dudas o porque se plantea el hecho de dar un paso hacia delante y tienes que estar completamente seguro o segura de tus intenciones.
Normalmente esta pregunta aparece en etapas marcadas de la relación. Por ejemplo, aparece después de una larga convivencia, después de años de relación, cuando ha pasado el frenesí inicial propio del enamoramiento, y los sentimientos hacia la otra persona se transforman.
También puedes llegar a plantearte esta pregunta si tu pareja te pide casarte con ella, y necesitas un período de reflexión para asegurarte de lo que realmente quieres.
En otras ocasiones, cuestionar nuestra vida en pareja, surge después de hechos traumáticos, a veces recurrentes y en otras ocasiones puntuales, como puede ser el caso de la infidelidad. El tema de la infidelidad, lo traté en el último artículo, así que si te interesa, quizás puedes revisar también “Mi pareja me ha sido infiel, y ¿ahora qué?”, y te ayude a despejar algunas de tus dudas, o al menos ayudarte a reflexionar acerca de la temática.
Hay otros muchos desencadenantes que activan la pregunta “estoy con la pareja adecuada” por ejemplo, después de una discusión, o un período en el que hemos discutido con más asiduidad que de costumbre, después de períodos de estrés, en los que nuestra pareja o uno mismo quizás ha estado trabajando más horas de lo habitual no disponiendo de tanto tiempo para disfrutar en común o para comunicarse con fluidez, haciendo que la relación se resienta.
Hoy quiero hablaros de uno de los temas más importantes y difíciles que trato en mi consulta, no es otro que el de la infidelidad en la pareja. Es importante porque muchos de mis pacientes acuden a nuestra clínica soportando desde hace muchas semanas, incluso meses, el peso de una infidelidad sin poder avanzar hacia un sentido u otro, sin poder perdonar, sin poder superar, sin poder romper la relación, etc.
Es un tema que afecta a muchas de las parejas que finalmente deciden acudir a un especialista, y una vez dan el paso, y después de una adecuada terapia, pueden avanzar en su vida, ya sea juntos, o por separado. Una de las cuestiones que más daño nos hace a los seres humanos es la incertidumbre, y otra es el engaño, o la mentira por parte de nuestros seres queridos. En la infidelidad, se dan ambos aspectos, por lo que afrontar la infidelidad se convierte en uno de los procesos más traumáticos y dolorosos por el que pasa una pareja.
Además de ser uno de los temas más importantes que trato en mi consulta, os comentaba que también es uno de los más difíciles, porque no sólo depende de aplicar la terapia correcta de la manera correcta y con los plazos correctos, sino que en gran medida, además de todo ello, hay una parte que es muy personal, que depende de cada miembro de la pareja, y que desde fuera, yo como profesional no puedo influenciar, sino que mi trabajo consiste en guiar a la persona a encontrar su propia verdad y sus propias respuestas. Existen muchos factores que influyen en nuestra manera de entender las relaciones de pareja, y mientras ambos miembros estén de acuerdo, todas las opciones son respetables. Puede depender del país donde vivimos, o del que procedemos, del modelo de familia que hemos tenido, de los ejemplos que nos ha brindado la vida, de nuestras experiencias desde la infancia hasta nuestros días, etc.
Ultimamente, en mi consulta de psicología, he atendido varios casos de inseguridad a la hora de plantear una convivencia en pareja, y por ello, hoy he considerado interesante hablaros sobre esta temática. Quizás estés pasando por este momento de tu vida y una ayuda externa te venga bien para ordenar tus ideas y encontrar las respuestas que necesitas.
En primer lugar, me gustaría explicar que podemos enfocar esta pregunta inicial desde al menos tres puntos de vista.
Por un lado, es posible que después de un largo noviazgo viviendo separados, te asalten las dudas de si estás preparado para convivir con tu pareja, ya que es posible que en un primer momento te dé algo de vértigo, ya que se trata de una etapa nueva para ti.
En segundo lugar, es posible que también te surjan dudas después de haber convivido durante un largo tiempo con tu pareja de forma insatisfactoria, y después de esta experiencia, tengas miedo a afrontar de nuevo una nueva convivencia.
Y en tercer lugar, también pueden asaltarte las dudas en caso de que lleves mucho tiempo viviendo tú sol@, y el hecho de tener que cambiar de hábitos te cree un conflicto interior.
Hoy quiero hablaros acerca de esta cuestión tan actual hoy en día. El concepto de familia ha variado mucho en las últimas décadas, ofreciéndonos un abanico de posibilidades con plena libertad de elección. Algo impensable siglos atrás o incluso actualmente en otros países. Por tanto, es algo que debemos defender como parte importante de nuestra cultura y de los derechos y libertades que tenemos como ciudadanos.
Lo que hace unas décadas, se conocía como «solterón», o «quedarse para vestir santos», ha cambiado completamente de perspectiva.
¿Quién no tiene en su familia un tío o tía soltera, que quedó sin pareja para toda la vida, y asumió su condición de soltería con resignación para el resto de su vida? Cierto es que muchos de ellos, no tuvieron familia porque no tuvieron opción, pero también seguro que hubo otros muchos que aunque no lo creamos, también eligieron libremente ser solteros. La diferencia con nuestra sociedad actual es que ahora quedarse soltero o «single» no está mal visto, sino que es una opción más, un estilo de vida más, respetado y asimilado por la sociedad.
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