¿Cómo evitar que mi hijo tenga celos de su hermano?

¿Cómo evitar que mi hijo tenga celos de su hermano?

Los celos, y más entre hermanos son algo completamente natural. Es un mecanismo de supervivencia que forma parte de nuestro instinto más primitivo. Los celos entre hermanos, vistos desde un punto de vista de nuestra naturaleza humana, normalmente pretenden captar la atención de los padres frente al resto de hermanos para tener más facilidades y poder competir mejor a nivel de supervivencia. Es una respuesta natural de nuestro cuerpo en las primeras etapas de nuestra vida.

Os voy a comentar varias cuestiones interesantes, por ejemplo, el hermano o hermana mayor, lucha contra la idea de príncipe destronado, y el pequeño lucha para ocupar la posición que le corresponde respecto al primogénito, y los de en medio, buscan ser distintos. Es una manera de compensar las fuerzas y dinámicas de la familia y equilibrar las atenciones. Los celos parten de la unidireccionalidad de las relaciones entre padres e hijos, o sea, que los niños se interesan más por la relación de ellos mismos con los padres y viceversa, y compiten entre ellos por esa relación.

¿Qué es lo que tenemos que hacer los padres en caso de celos excesivos entre hermanos?

Es una de las preguntas que más me formulan los padres que acuden a mi consulta por cuestiones relacionadas con los celos. Muchas veces, como padres no sabemos cómo actuar ante algunas situaciones que se crean en la dinámica familiar, y en otras ocasiones, ya no es que no sepamos cómo actuar, sino que actuamos erróneamente sin darnos cuenta, sin pensar que estamos haciendo algo mal. Por ello, es muy importante reflexionar, e intentar ser justos, no actuar de manera distinta por cuestión de género, ni crear inseguridades de forma inconsciente hacia nuestros hijos.

Gestionar la exigencia sobre la educación de tus hijos

Gestionar la exigencia sobre la educación de tus hijos

A raíz de una paciente que tuvimos en nuestra clínica, me interesé sobre este tema, y he querido profundizar sobre esta temática, por que es curioso que nuestra cultura actual es considerada como laxa por muchos expertos, que apuntan que se está perdiendo la cultura del esfuerzo, que se debate constantemente nuestro modelo educativo y se tacha de demasiado flexible. También se cuestiona la calidad de la enseñanza y en general algunos apuntan que vivimos en una sociedad basada en la inmediatez, la falta de límites, y que cultiva poco la paciencia, el esfuerzo, la exigencia, etc.

Bueno, esto es lo que se piensa desde una cierta parte de la sociedad, sin embargo, muchos psicólogos y pedagogos apuntan que de puertas para adentro, muchas familias cultivan la exigencia hacia sus hijos, algo que si se convierte en exceso, sobre todo en el ámbito académico de los padres hacia los hijos, puede estar detrás de muchas de las visitas a nuestras consultas de psicología. El nivel de exigencia de los padres hacia los hijos es algo que forma parte de nuestra sociedad y que en un momento dado de nuestras vidas necesita una reflexión, y pararnos a pensar si lo estamos haciendo bien, o estamos exigiendo demasiado a nuestros hijos.

¿Cómo son los padres demasiado exigentes?

Los padres demasiado exigentes presionan a sus hijos para que constantemente estén esforzándose en busca de un objetivo impuesto. También se identifican por estar constantemente diciendo a los hijos lo que hay que hacer y lo que no hay que hacer. Corrigen errores de los hijos incidiendo en los aspectos negativos, y si felicitan por los logros hechos por los hijos, les recuerdan que tienen que mejorar y seguir trabajando. Los niños, cuando son pequeños pueden ser muy obedientes para complacer a sus padres, pero pueden derivar en personalidades con poco criterio y poca autonomía porque están acostumbrados a que alguien les diga lo que tienen que hacer en cada momento.

También es cierto que en personalidades fuertes y con buen rendimiento, los niños pueden llegar a desarrollar una faceta perfeccionista que les ayude a alcanzar metas elevadas, pero siempre hay que ser consciente de la voluntad del niño, de su capacidad y motivación.

Detectar el bullying en tu hijo

Detectar el bullying en tu hijo

¿Qué es el bullying o acoso escolar?

Desde hace varios años vengo atendiendo en mi consulta a niños y adolescentes que han sido víctimas de acoso escolar. Algo que me hace reflexionar y lo que hoy quiero hablaros. El acoso escolar o bullying se define como cualquier tipo de agresión tanto física como psicológica que se da de forma constante en el ámbito del colegio o instituto. No entrarían dentro de esta definición las agresiones puntuales que pueden darse entre niños o adolescentes, y que no tienen una continuidad en el tiempo. A esto último, lo llamaríamos agresión.

Una de las características más significativas del bullying es que la víctima sufre de manera continua un desgaste físico o/y psicológico que va en aumento de forma progresiva, y que puede desencadenar en hechos traumáticos e irrevocables.

¿Quienes son carne de cañón para el bullying?

Por la experiencia que he desarrollado en mi clínica, y bajo la observación de los numerosos casos que se dan en concreto en nuestro país, hay ciertos modelos de comportamiento que se repiten, tanto en las víctimas, como en los acosadores, aunque ningún niño está a salvo totalmente de sufrir acoso escolar. Puede ocurrir que el hecho de destacar frente a la mayoría, suponga un motivo para sufrir bullying. Parece como si nuestra sociedad no fuera lo suficientemente tolerante como para aceptar la diferencia, y creo que es una de las cuestiones más importantes que debemos aprender para convivir en libertad y respecto en una sociedad.

Aquello que se sale de lo “normal” muchas veces nos da miedo, nos asusta, nos da envidia, por lo que intentamos alejarlo de nosotros, y puede que este tipo de comportamiento social y aceptado esté influenciando a nuestros hijos a la hora de respetar o no a los demás.

Efectos psicológicos de los hijos ante una separación

Efectos psicológicos de los hijos ante una separación

 

A menudo acuden a mi consulta parejas que necesitan ayuda para superar etapas de crisis, y que además están preocupadas por cómo sus hijos están haciendo frente a la situación.

En la mayoría de los casos, cuando hay hijos, los padres y las madres actuamos teniendo en cuenta el bienestar del menor por encima de todas las cosas, pero también hay que considerar que muchas veces resulta difícil mantener esa premisa cuando hay tantos sentimientos de por medio, sufrimiento y dolor.

Hay que tener en cuenta que los niños no sólo se sienten afectados a partir del momento de la separación, sino desde el momento en el que empiezan a aparecer los primeros conflictos entre la pareja. Saber manejar la situación desde el respeto hacia la otra persona,y siendo conscientes de la presencia de los hijos, va a ayudarles a asimilar la situación y a poder superar una ruptura de sus padres si es que finalmente se produce.

Lo que pasa por la mente de un adolescente

Lo que pasa por la mente de un adolescente

Muchos padres me consultan acerca de la actitud de sus hijos en la etapa de la adolescencia. ¿Cuánto dura?¿Cómo tenemos que actuar?¿Cómo conectar con nuestro hijo?

Son preguntas que se hacen la mayoría de padres que ven cómo sus hijos de la noche al día, comienzan a sufrir cambios de comportamiento durante la etapa de la adolescencia.

Ante todo, hay que tener claro que se trata de una etapa de la vida, que nosotros mismos también hemos pasado, y que es necesaria para el desarrollo personal de nuestros hijos. Es una etapa que literalmente » hay que atravesar», preferiblemente con una actitud positiva por parte de los hijos y también de los padres.

Una de las cuestiones que más preocupan a los padres es la falta de conexión con sus hijos. El adolescente experimenta una necesidad de independencia, de socializarse, y descubrir más allá del núcleo familiar. En realidad, se trata de una preparación para «huir del nido» desde un punto de vista instintivo. En nuestra sociedad, la independencia de nuestros hijos se hace cada vez más, a una edad más tardía, pero en otras culturas y en otros tiempos, los hijos se hacían independientes a edades mucho más tempranas, coincidiendo con la adolescencia.

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